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martes, 25 de septiembre de 2018

Mientras usted no se enteraba de nada - La residencia psiquiátrica


Esa noche le tocaba guardia, había dormido lo suficiente el día anterior y además trajo su termo con café para poder estudiar durante las horas muertas.
La residencia psiquiátrica de la virgen de las desamparadas estaba situada a las afueras de la ciudad junto a una carretera comarcal que era la única vía de acceso al recinto.
- Buenas noches Juan-, saludó al amo de llaves de la residencia y se encamino hacia su puesto de trabajo.
- Buenas noches Carmelita, una noche fría la de hoy...
- Así es, brrr, ¡hasta luego Juan!
Entró en su garita, donde tenia monitores de todas las habitaciones que tenia que vigilar, y dejo los libros de filología egipcia sobre la mesa. Sus compañeras del turno anterior habían acostado a todas las pacientes en sus respectivas habitaciones, tras la ingesta de medicación nocturna. Solo tenia que estar allí por si alguna paciente requería de medicación de rescate o sucedía algún otro tipo de contratiempo.
Se acomodó en la silla de ruedas y abrió uno de sus libros mas o menos por la mitad de este. El reloj marcaba las 11:00 P.M., y si todo iba bien tendría hasta las 7 de la mañana para estudiar.
La noche transcurría con total normalidad, cuando de pronto su sentido de la vigilancia le hizo mirar uno de los monitores, el de la habitación numero siete.
- Ohh, joder, otra vez..., pensó, y se encamino hacia la habitación de la paciente que requería de sus servicios.
- Hola Marta, ¿que sucede?
- Ahí, ahí en la ventana, hay un limpia cristales que me esta enseñando sus partes...
- Marta, te e dicho mil veces que en las ventanas no hay limpia cristales y menos a estas horas por Dios que van a dar las 12 de la noche. Venga a dormir no me hagas darte la medicación para que te duermas.
- ¡Pero es que no me puedo dormir!
- De acuerdo, pues, ahora vuelvo.
Encaminó de nuevo hacia su garita y busco la medicación en la farmacia que estaba justo en la habitación colindante.
- ¡Ayudaaa!, ¡Ayudaaaa! se escucho por el pasillo.
- Y ahora la otra, pensó, este trabajo me va a volver loca..., ya voy, ya voy....
Se apresuro en llegar a la habitación numero siete, para seguidamente dirigirse a la habitación de la usuaria que gritaba "ayuda" pero Marta no estaba en su cama. ¿Cómo diantres se había desatado?
-¡Marta, Marta!, ¡¿donde estas?!
- ¡Ayudaaaa!, gritaba la otra paciente.
Un ronroneo de lamentos comenzó a escucharse por todo el pasillo y cada vez eran mas pacientes las que emitían sonidos y ruidos varios.
-Tenia que ser hoy el día que Susana no podía estar aquí conmigo para ayudarme, maldita sea, se decía así misma mientras trataba de calmar a sus pacientes.
Cuando de pronto un fuerte golpe en la nuca la dejó semi inconsciente por unos instantes.
Un segundo golpe en la cabeza le dejo K.O. en un santiamén y no recuerda como de pronto despertó ataviada en una camisa de fuerza.
-¡¿Marta, que haces?!
- ¡Calla puta!, y le dio un tortazo en la cara, -ahora te vas a estar calladita mientras Juan y yo te analizamos o de lo contrario, ¡te inyecto una de estas y las que hagan falta!
-¡¿Juan?!
- ¡E dicho que te calles!, y le volvió a golpear con el puño cerrado en el mismo lado que antes.
- Pobre ingenua, profirió Juan.
- Llevémosla ya a la sala de terapias, balbuceo Marta, extasiada.
- Bien, querida, como te habrás imaginado, no te hemos traído aquí para darte una pastillita o ponerte una inyección como tu solías hacer con mis pacientes...
- ¿Tus pacientes?
- Así es, pequeña zorrita, esta residencia pertenece a mi familia desde generaciones y todos hemos aprendido a hacer lobotomías...
- Loboto... ¡¡¡Aaaaaaagghhhhh!!
FIN

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