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jueves, 7 de junio de 2018

Mientras usted duerme - Capitulo 2 - Barcelona 1938


Barcelona 1938
 
El edificio del POUM estaba abarrotado de milicianos ese día, se habían filtrado rumores de que eran quinta columnistas y Orwell estaba entre ellos.
- ¡Camaradas, no podemos consentir que en nuestras barricadas hayan confidentes del bando contrario!
- ¡Matémoslos!
- ¡Usémoslos de primera linea!
- ¡Buena idea camarada Roger!
- ¡Si! y que prueben la pólvora de los fascistas, pues los que hablan con los de "paquita" el marica...
Orwell estaba en un rincón del vestíbulo apunto de decir algo tipicamente británico cuando una explosión detonó a pocos metros del lugar, había sido un obús lanzado por la Legión Condor.
- ¡A las armas!
- ¡A cubierto!
- ¡¿En que quedamos?!
- ¡Disparad a todo lo que no sea rojo o anarquista!
- ¡Cubridme milicianos!-, gritó el líder de la CNT.
- ¡Ahora o nunca!, ¡a por los fascistas!
- ¡¡¡A por ellos!!!
Los obuses volvieron a caer sobre las cercanías del cuartel general donde estaban amotinados. Afuera habían un par de carros de combate y varios camiones para desplazarse a un lugar en el que disparar a las avionetas y en Montjuich había baterías anti aéreas que ya estaban funcionando sin descanso. El ruido de las avionetas sobrevolando el cielo barcelonés era ensordecedor y el silbido de los obuses cayendo sobre la ciudad era espantoso.
¡Boom!
- ¡Disparad!
¡Baam!
- ¡A cubierto!
¡Boom!, ¡Baam!, ¡Boom!, ¡Boom!
Orwell se había camuflado como un miliciano del POUM durante todo este tiempo en Barcelona pero era hora de luchar como un Brigadista Internacional de la columna Británica.
- ¡Trae!-, le arrebató el fusil a un miliciano de la CNT, - ¡Dispara así!, ¿ves?
El miliciano le vio disparar hacia el cielo en vez de a los aviones y le gritó:
- ¡Dispara a las avionetas imbécil!
- ¡Ya lo hago insolente!, disparo en la trayectoria que va a seguir la avioneta, ¿comprendes?
El miliciano no dijo nada y de un tirón le arrebató el fusil a George.
- "Fantastic", pensó el inglés, que ligeramente se apresuro a coger un fusil de uno de los camiones cargados de municiones. Seguidamente se coloco detrás de las trincheras que habían creado sus camaradas y siguió con su técnica.
No consiguió derribar a ninguno pero al menos tampoco murió en esa emboscada. El miliciano jefe del peloton en el que se encontraba hizo un recuento de sus soldados en cuanto el asedio terminó.
- Estamos todos y todas vivas camarada Julià.
- Perfecto, ¡radio!, comunicame con Sepulveda.
- En seguida camarada Julià.
- Aquí la milicia de Roger de Llúria, ¿me reciben?
- Alto y claro camarada, ¿han sufrido bajas?
- Por el momento no, ¿y ustedes?
- Dos hombres y una mujer de la Brigada...
- Intenten hacer lo que un buen comunista haría en su nombre.
- Sin dudarlo camarada.
- Bien, tenemos que preparar el contraataque desde ya.
- ¿Que sugiere?
- Atacar el contingente del Ebro...
- Bien, podríamos agruparnos en la Plaza Catalunya y emprenderemos el camino hacia allí en cuanto antes.
- Decidido, nos vemos allí al alba.
- De acuerdo.
- Viva la república.
- Viva.
- Cambio y corto.
Orwell se apresuro a ver a su esposa.
- ¡George!, ¿¿estas bien??
- Si, amada mía-, y tras un respiro prosiguió:
- Las cosas se están poniendo muy difíciles aquí, sera mejor que en el próximo tren a Francia te marches de Barcelona.
- ¡No te dejare aqui!
- Pero lo que debo hacer...
- ¡No lo hagas!, ¡ven conmigo por favor!
- Nos encontraremos en Inglaterra Rosalie, te lo prometo.
- Ay...-, y un llanto se apodero de ella. Cuando dejó de llorar su marido le dio las instrucciones oportunas para que cuando llegase a Francia cogiera el primer vuelo a Inglaterra con la cartilla de la Brigada Internacional que su marido le cedió en su lugar. Esa noche no durmieron y al día siguiente los dos partieron en direcciones opuestas.
- ¡Buenos días camaradas, brigadistas, milicianos y milicianas hoy es el día en que el camino hacia la república sera nuestro fin!...-, gritaba un miliciano jefe de aspecto varonil y fuerte sobre un carro de combate pintado con las siglas del PSUC mientras las milicias guardaban silencio.
- ¡Comunistas fuera!
- ¡¿Que demonios?!
¡Pium!, ¡Pium!, ¡Pium!, las balas silbaban sobre el viento y alcanzaron a varios milicianos socialistas.
¡Barcelona es anarquista!, ¡fuera rojos!
- ¡No puede ser!, ¡¿como han llegado los nacionales tan deprisa?!
- ¡Me temo que son anarquistas camarada jefe!
- ¡Malditos anarquistas estúpidos!, ¡¡disparad!!, ¡que no quede ni uno!
Y una dura contienda aconteció aquella mañana y las que le siguieron en aquella Barcelona dividida por los combatientes de un mismo bando.
Orwell recogería estos hechos en unas memorias a las que titularía: "Homenaje a Catalunya" y junto a su mujer recordaría siempre que salia el tema, lo duros y valientes que eran los combatientes españoles del bando republicano.
En memoria de aquellos y aquellas que murieron por unas ideas.
H.Plasma

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