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martes, 12 de noviembre de 2019

Cinefilia por Alfonso Romero. Salò o los 120 días de Sodoma, Pier Paolo Pasolini, 1975

Hacia lunas que no trabajábamos con Alfonso Romero aka Moonstomper. Alfonso tenia su propio fanzine que llevaba junto a su hermano desde Sevilla y era conocido como Moonstomper, en las papelerías, en internet y en muchos hogares de todo el mundo. Alfonso también a colaborado con fanzines como Exhumed Movies, especializados en cine oscuro, maldito y de culto. Y es que Alfonso es un erudito de muchas cosas y del cine en especial. Como decíamos al principio, tiempo atrás habíamos trabajado con él pidiéndole que hiciera reseñas de películas que nos parecían interesantes de tratar en SdP pero un día el goteo continuo de películas cesó porque Alfonso tuvo algunos problemas personales y se tuvo que apartar de las redes sociales y sus actividades didácticas por un tiempo. Hoy a vuelto y de que manera; dándole una vuelta de tuerca a una de las películas mas fuertes que veras jamás si es que aun no te has atrevido a verla, y va mas allá del simple desagrado que proporcionan las secuencias de imágenes que muestra este film y nos muestra el verdadero significado de esas aberraciones.

Plasma


Cinefilia.

Entre 1971 y 1974, Pasolini lleva a las pantallas la denominada “trilogía de la vida”, títulos que el realizador acabó repudiando poco tiempo después. La vida no era tan fabulosa, la sociedad estaba cambiando y no para bien. Las ideologías estaban desapareciendo y se imponía la cultura del consumismo. En su siguiente película, “Salò o los 120 días de Sodoma”, el eros viene cargado de culpa. Muy acorde con los pensamientos de los intelectuales de izquierdas del momento, el sexo se alza como un instrumento de poder y opresión y quienes lo detentan son un grupo de altos cargos (viejos y feos) malvados y depravados, un puñado de verdugos carentes de humanidad que tratan a sus víctimas como meros objetos para su propio hedonismo. La mercantilización del cuerpo. Los mandatarios poseen, se adueñan, de la personalidad del otro, anulándolo como persona. Es la anarquía del poder. Pasolini nos muestra un paralelismo muy definido entre De Sade (el original literario que le sirve de base), el fascismo (tiempo en el que se desarrolla la trama), y el feroz capitalismo surgido con el milagro económico italiano (la época en que se rodó la película) que viene a ser un nuevo fascismo, la “dictadura del consumo”. El ejemplo más obvio, una alegoría muy propia de los 70, lo encontramos cuando la víctima es obligada a ingerir excrementos del opresor, en unos años que la mentalidad progresista consideraba a los trusts alimenticios como parte de la estructura político-militar del capitalismo. “El sadismo forma parte del hombre”, aseguraba el director, quien quiso reflejar en este film la “inexistencia de la Historia”. Lo que Karl Marx llamaba “genocidio de las culturas vivas”.
Pasolini no llegó a ver el film estrenado, que llegó a los cines italianos el 10 de nero de 1976, pues el 2 de noviembre de 1975 aparecía el cadáver del realizador en una explanada del Idroscalo de Ostia, a pocos kilómetros de Roma.

Fotograma del film escogido por Alfonso
 Trailer


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