Hacia lunas que no trabajábamos con Alfonso Romero aka Moonstomper. Alfonso tenia su propio fanzine que llevaba junto a su hermano desde Sevilla y era conocido como Moonstomper, en las papelerías, en internet y en muchos hogares de todo el mundo. Alfonso también a colaborado con fanzines como Exhumed Movies, especializados en cine oscuro, maldito y de culto. Y es que Alfonso es un erudito de muchas cosas y del cine en especial. Como decíamos al principio, tiempo atrás habíamos trabajado con él pidiéndole que hiciera reseñas de películas que nos parecían interesantes de tratar en SdP pero un día el goteo continuo de películas cesó porque Alfonso tuvo algunos problemas personales y se tuvo que apartar de las redes sociales y sus actividades didácticas por un tiempo. Hoy a vuelto y de que manera; dándole una vuelta de tuerca a una de las películas mas fuertes que veras jamás si es que aun no te has atrevido a verla, y va mas allá del simple desagrado que proporcionan las secuencias de imágenes que muestra este film y nos muestra el verdadero significado de esas aberraciones.
Plasma
Cinefilia.
Entre 1971 y 1974, Pasolini lleva a las pantallas
la denominada “trilogía de la vida”, títulos que el realizador acabó
repudiando poco tiempo después. La vida no era tan fabulosa, la sociedad
estaba cambiando y no para bien. Las ideologías estaban desapareciendo y
se imponía la cultura del consumismo. En su siguiente película, “Salò o
los 120 días de Sodoma”, el eros viene cargado de culpa. Muy acorde con
los pensamientos de los intelectuales de izquierdas del momento,
el sexo se alza como un instrumento de poder y opresión y quienes lo
detentan son un grupo de altos cargos (viejos y feos) malvados y
depravados, un puñado de verdugos carentes de humanidad que tratan a sus
víctimas como meros objetos para su propio hedonismo. La
mercantilización del cuerpo. Los mandatarios poseen, se adueñan, de la
personalidad del otro, anulándolo como persona. Es la anarquía del
poder. Pasolini nos muestra un paralelismo muy definido entre De Sade
(el original literario que le sirve de base), el fascismo (tiempo en el
que se desarrolla la trama), y el feroz capitalismo surgido con el
milagro económico italiano (la época en que se rodó la película) que
viene a ser un nuevo fascismo, la “dictadura del consumo”. El ejemplo
más obvio, una alegoría muy propia de los 70, lo encontramos cuando la
víctima es obligada a ingerir excrementos del opresor, en unos años que
la mentalidad progresista consideraba a los trusts alimenticios como
parte de la estructura político-militar del capitalismo. “El sadismo
forma parte del hombre”, aseguraba el director, quien quiso reflejar en
este film la “inexistencia de la Historia”. Lo que Karl Marx llamaba
“genocidio de las culturas vivas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario